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Salud Natural

Romero (Rosmarius officinalis) Información

Romero (Rosmarius officinalis) Información





 De las virtudes del romero se puede escribir un libro entero (Font Quer 1962). El romero (Rosmarinus officinalis L.) tiene una merecida reputación como una de las plantas medicinales mediterráneas más conocidas por sus usos ornamentales, culinarios y medicinales.

¿Para qué sirve el romero?
Se presenta como una de las plantas con más usos populares. Se emplea para uso tanto vía oral como tópica para tratar múltiples trastornos. De un modo similar a otras plantas de la familia de las labiadas (Labiatae), como el tomillo, la salvia o el orégano.

En la actualidad, sigue siendo relativamente común en algunas zonas, utilizar las friegas de alcohol de romero preparado en casa. Las ramas floridas de romero se ponen en maceración con alcohol de 96º durante nueve días. Se emplea para tratar trastornos musculares, disminuir la inflamación, mitigar el cansancio y aliviar dolores de todo tipo.

Esta maceración también se puede realizar utilizando vino, aceite de oliva, u otros tipos de aceite, con similar utilidad. En el caso particular del aceite de oliva, se utiliza una parte de aceite de oliva y dos partes de flores y hojas frescas de romero, dejándolas macerar durante cuarenta días y cuarenta noches. Otra variante del conocido alcohol de romero, preparada artesanalmente, es la elaborada añadiendo 10 gramos de aceite esencial de romero en un litro de alcohol de 96º. En veterinaria se utiliza el alcohol de romero como antiparasitario y para evitar la caída del pelo.

Uno de los preparados con vino para su aplicación tópica, es el que se realiza añadiendo en medio litro de vino blanco dos puñados de hojas frescas de romero y un puñado de hojas secas. Todo junto se deja hervir durante unos diez minutos a fuego lento, hasta que queda bastante reducido y se pueda obtener una cataplasma que colocada en un paño y aplicada caliente en la zona dolorida, dos veces al día, sirve para tratar contracturas y dolores musculares. También se obtienen vinos medicinales dejando hervir el vino con flores y brotes de hojas de romero (a veces añadiéndole algo de azúcar), usado vía oral como anticatarral, tónico y reconstituyente.

El romero cocido en vino también se empleaba para lavar y curar las heridas de animales y personas (Pardo 2004). Esta acción vulneraria hace que el romero haya sido uno de los ingredientes fundamentales de determinadas pomadas populares, tanto de uso humano como veterinario. Los dichos: “aceite y romero frito era bálsamo bendito” o “tan mala es la llaga que ni el romero la sana”, vienen a insistir en las propiedades cicatrizantes y antiinfecciosas del romero. El Fomento contra dislocaciones y contusiones, los Bálsamos de Aparicio, de Opodeldoc, de Porras, el Aceite Antirreumático del Fraile, el Bálsamo tranquilo o el ungüento gleucino, tienen como ingrediente principal al romero.

De modo general, para tratar llagas y heridas, se suelen utilizar unos 30 gramos de sumidades floridas, por litro de agua hirviendo.

Tradicionalmente, el romero se ha utilizado tópicamente para mejorar la circulación de la sangre, combatir el reuma, desinfectar heridas, estimular el cuero cabelludo para favorecer el crecimiento del pelo, (revitalizando los folículos pilosos y regulando el exceso de grasa), eliminar verrugas, calmar las piernas cansadas, calmar dolores dentales, tratar problemas oculares, contusiones, eczemas, o en casos de quemaduras.

El humo y fundamentalmente las inhalaciones de vahos de romero, ayudan a la recuperación en caso de problemas respiratorios: asma, bronquitis, resfriados, etc… Antiguamente se quemaba romero en las salas en las que había enfermos para purificar el aire, también se utilizaba para purificar el agua en los baños; los baños con agua a la que se le ha añadido una decocción de romero fortifican a los niños débiles.

El humo resultante al quemar romero ahuyenta a las moscas y las ramas floridas se solían colocar entre la ropa para protegerla de la polilla y aromatizarla.

También en la antigüedad, en vez del incienso, demasiado costoso, se empleaba romero en ceremonias religiosas, especialmente funerarias; su aroma tenía la reputación de conservar el cuerpo del fallecido y su follaje, siempre verde, simbolizaba una prenda de inmortalidad.

El romero también se ha utilizado como combustible, utilizado tradicionalmente para calentar casas, hornos de pan, caleras y yeseras.

La infusión o decocción de romero tiene un amplio abanico de usos tradicionales: anticatarral, digestiva (el uso de romero en las comidas, ayuda a remediar las indigestiones, previene la acidez, reduce la sensación de “hinchazón”, combate los espasmos intestinales), es útil en casos de falta de apetito, mejora el espesamiento anormal de la sangre, mejora la función hepática, atenúa dolores de cabeza y migrañas, antirreumática, antiasmática, antiséptica, reconstituyente, reguladora menstrual, ayuda a sobreponerse de trastornos psicosomáticos derivados de acontecimientos traumáticos, estimula el sistema nervioso (paradójicamente también utilizada como tranquilizante) y cardiovascular, también se usa en casos de dolores de cabeza, migrañas, neuralgias, ciática o para “la debilidad del cerebro”.

La infusión de romero es también excelente para el lavado bucal, siendo refrescante y aconsejable para eliminar el mal aliento; en este caso, la infusión se obtiene dejando hervir medio litro de agua a la que se añaden tres cucharadas de hojas y flores de romero secas, dejándolo reposar tapada durante media hora, posteriormente se cuela y si se desea se puede tomar fría. Las gárgaras o enjuagues con esta infusión se realizan tres o cuatro veces al día (también se puede tomar caliente). Si se quieren potenciar sus efectos en casos de afecciones de las encías o úlceras bucales, se pueden añadir salvia y tomillo. Si por el contrario se trata de mitigar el dolor de garganta, faringitis o afonía, se puede complementar con agrimonia y erísimo.

Las cualidades culinarias del romero también han sido muy estimadas a lo largo de los tiempos y es frecuente emplearlo para aderezar y aromatizar carnes, pescados, arroces, guisos, sopas, panes y dulces, facilitando la digestión. También se utiliza para sazonar las aceitunas y en la aromatización de vinagres y aceites. Se usa también en licorería.

Muy probablemente Arnau de Vilanova (1250-1314) o Ramón Llul (1330), fueron los primeros en obtener por destilación el aceite esencial de romero. Durante el siglo XVI, empezó a prepararse el Agua de la Reina de Hungría, destilando con alcohol las sumidades floridas de romero. A este preparado se le atribuyeron grandes propiedades cosméticas (poco menos que al bálsamo de la eterna juventud), usándose también en casos de parálisis, gota y dolores reumáticos.

El romero puede dar flores durante todo el año (“De flors de romaní i noies per casar, tot l’any n’hi ha”) de modo que podemos encontrar ejemplares en floración tanto en pleno invierno como en la época estival, desempeñando un importantísimo papel para múltiples insectos y particularmente para las abejas, que hacen del romero una de sus plantas predilectas, constituyéndose en una planta melífica básica. La miel de romero es especialmente útil es casos de trastornos asociados a la edad, como la falta de memoria, decaimiento o cansancio. También es de utilidad en casos de trastornos nerviosos (ansiedad, estrés, depresión), digestivos (gastritis, disfunciones hepáticas) y respiratorios (tos, resfriados).

Las dosis más comúnmente utilizadas de romero en forma de infusión, van de 2-6 gramos diarios de hojas y flores secas. Lo habitual es utilizar unos 2 g en 150-250 ml de agua, de 2-3 veces al día.

¿Qué componentes presenta el romero para estar dotado de tantas e importantes virtudes…?.

La hoja de romero contiene aceite esencial (1,0-2,5%), cuya composición puede variar de forma notable según el quimiotipo de que se trate, la etapa de desarrollo de la planta en el momento de la recolección y la parte utilizada (2% en las hojas secas y 1,5% en las flores). Los componentes más característicos son: 1,8-cineol (20-50%), α-pineno (15-25%), alcanfor (10-25%), canfeno (5-10%), borneol (1-6%), acetato de bornilo (1-5%) y α-terpineol (12-24%). En el área mediterránea predominan fundamentalmente dos tipos de esencia de romero: uno con contenido elevado en 1,8-cineol ( Marruecos y Túnez) y otro con bajo contenido en este compuesto (España).

Otros compuestos son: diterpenos fenólicos amargos (carnosol, hasta un 4,6%; ácido carnósico); derivados hidroxicinámicos (ácido rosmarínico, 2-3%), flavonoides; triterpenos (ácido ursólico); alcaloides (0,33%, rosmaricina); colina; taninos (8,4%); saponina ácida (0,15%); vitamina C.

Según la Farmacopea Europea, la hoja de romero debe tener, como mínimo, 1,2% (v/p) de aceite esencial y 3% de derivados hidroxicinámicos totales, expresados como ácido rosmarínico, ambos respecto a droga anhidra.
El aceite esencial, por vía tópica, posee acción revulsiva y estimulante de la circulación, siendo uno de los principales componentes de varias formulaciones magistrales: “aceite de beleño compuesto”, “linimento amoniacal alcanforado”, “la tintura de la esencia de limón compuesto” o el “agua de colonia”. Se trata de un aceite esencial con propiedades antiespasmódicas y anticonvulsivas, además de ser efectivo como antibacteriano y antifúngico frente a un amplio número de microorganismos.

El uso del aceite esencial vía oral ha de realizarse con extrema prudencia ya que se han descrito irritaciones renales, gastritis y crisis epilépticas o epileptoides provocadas por su uso, principalmente el quimiotipo verbenona, que puede resultar neurotóxico y abortivo.

En un contexto más actual, el romero presenta acciones colagogas, coleréticas, hepatoprotectoras, antiinflamatorias y diuréticas. Sus extractos ejercen una potente actividad antioxidante, comparable a la de algunos antioxidantes sintéticos, debida en su mayor parte a los diterpenos fenólicos y al ácido rosmarínico. Desde hace unos años, la Unión Europea (UE) ha aprobado el uso de extractos de Romero para la conservación de los alimentos y ha sido adoptado en la legislación de aditivos alimentarios de la UE como antioxidante E 392.

En estudios in vitro, se ha comprobado que tras la cocción y la digestión, hierbas culinarias como el romero, la salvia y el tomillo, mantienen su actividad antiinflamatoria y antioxidante, debido a su alta concentración en polifenoles (Chohan 2012).

Históricamente, el romero se ha considerado como una de esas plantas que sirven para tratar prácticamente cualquier trastorno, considerada una auténtica panacea. Sin perder de vista este hecho, que servirá para tener presente los variados campos de acción de esta planta, en la actualidad la reputación del romero sigue creciendo y adaptándose al contexto farmacológico y sanitario actual. Existen estudios recientes que vienen a corroborar algunas de las acciones atribuidas al romero ancestralmente y otros, que partiendo del aceite esencial, principios activos aislados o extractos de esta maravillosa planta, han demostrado sus efectos hipoglucémicos y hepatoprotectores (Ramadan 2013) radioprotectores (Jindal 2006), antidepresivos (Sasaki 2013), preventivos del fotoenvejecimiento cutáneo ( Martin 2008) o antibacterianos y antifúngicos (Santoyo 2005).

Tanto el ácido carnósico como el ácido rosmarínico han demostrado un efecto antiproliferatico sobre determinadas líneas celulares de cáncer humanas: pulmón, próstata, hígado, leucemia mieloide crónica (Yesil-Celiktas 2010). El ácido carnósico es uno de los agentes antioxidantes más potentes del romero, presentó propiedades anticancerígenas efectivas sobre líneas celulares de cáncer de próstata (Petiwala 2013). También ha demostrado esta propiedad anticancerígena en cultivos celulares de cáncer de mama, en este caso con una interesante sinergia con la curcumina presente en la cúrcuma (Einbond 2012). Otros tipos de células cancerosas sobre las que el romero ha ejercido su efecto quimiopreventivo son las de cáncer de ovario (Tai 2012), o colon (Barni 2012). El aceite esencial de romero también ha demostrado su efectividad sobre determinadas líneas celulares cancerosas humanas (Wang 2012).

Otros aspectos actuales en los que el uso del romero tiene especial interés, son aquellos relacionados con el deterioro cognitivo. Personas ancianas que tomaron una cápsula diaria de 750 mg de polvo de hojas de romero seco, mostraron un efecto beneficioso de su rendimiento cognitivo, estadísticamente significativo, en comparación con placebo (Pengelly 2012). Las propiedades olfativas del aceite esencial de romero pueden producir efectos objetivos sobre el rendimiento cognitivo, así como efectos subjetivos del estado de ánimo (Moss 2003). La Aromaterapia en general y el uso del aceite esencial de romero, en particular, pueden tener cierto potencial para mejorar la función cognitiva, especialmente en pacientes con la enfermedad de Alzheimer (Jimbo 2009).

Ofelia, en la escena XVII del acto IV de “Hamlet”, ofreciéndole romero a Laertes dice: “Aquí traigo romero, que es bueno para la memoria. Tornad, amigo, para que os acordéis…”.

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