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Demanda poblacional: espacios urbanos que sin planificación no aportan a la preservación paisajística
Existen en la ciudad errores de planificación. Por ello dentro de una tesis doctoral en urbanismo se presentó la exposición “Preservación paisajística en la interfase natural-urbana de ciudades turísticas de montaña, en Bariloche y en el Lago Tahoe” (California-Estados Unidos). Se estima que Bariloche crece en su población a un ritmo de un 10% anual, quiere decir que se duplicaría la cantidad de habitantes en 10 años. No hay una planificación adecuada.
Las regiones enunciadas tienen características similares y de allí el informe presentado por el Dr. Arq. Norberto Javier Rodríguez: "No hay en el mundo otras ciudades que tengan estas similitudes”, indicó el profesional y agregó: “Son lugares que tiene alrededor de 200.000 habitantes” con 27 hectáreas enclavadas en un Parque Nacional, extensiones de costas con la misma extensión del Nahuel Huapi, con las mismas condiciones de bosques, de nieve, de altura, de un desarrollo como el de Bariloche, deportes invernales incluso con competencias internacionales de esquí. Hay más superficie natural que urbana, es una interfaz urbana natural.
El arquitecto elaboró ​​una extensa tesis (universitaria) e hizo su presentación en el Concejo Municipal, allí indicó que se pudo advertir, en el caso de Tahoe, que existió un detonante, al advertirse la contaminación y turbiedad del lago, lo que llevó a intervenir para asegurar la preservación del entorno natural, el paisaje existente y su hábitat silvestre, además de permitir la recuperación de algunas áreas con cierto deterioro ambiental. Desde los empresarios, se percibe un afianzamiento en la defensa y la importancia de las inversiones, que ofrecen posibilidades laborales o un crecimiento ligado a una mirada progresista y de modernidad. Dicho sector, si bien advierte las ventajas de sacar provecho de la valoración del paisaje y el entorno natural, no tienen como prioridad defenderlo o conservarlo.
Rodríguez sostiene que la evolución y crecimiento de las ciudades en sus áreas periféricas, permite observar un proceso de superposición entre usos y tipologías (urbanas y rurales), que derivan en un tipo mixto de interfaz rural-urbana. Se trata de una tendencia que ha sido estudiada en forma asidua, sobre todo en el crecimiento de grandes centros urbanos en las últimas décadas, como un proceso que transforma espacios “no urbanos”, en este caso rurales, en urbanos.
De esta manera existe la creencia de que un proceso donde el suelo cambia de rural a urbano es una evolución natural e irreversible, debido al aumento poblacional que demanda mayores espacios habitables, pero también se percibe como la evolución natural para alcanzar un progreso y desarrollo social. económico.
En tal caso, la forma de ir ganando espacios urbanos es un proceso lento de superposición por zonas, donde los nuevos lugares habitados intentan alcanzar un cierto nivel de confort y comodidad. Por otro lado, los espacios rurales se relacionan con el atraso, la decadencia, el alejamiento de servicios o infraestructuras, que pueden mejorarse o superarse solo dentro de los espacios urbanos.
Considere el arquitecto que parecería existir una evolución del territorio en espacios más habitables, que muestra una graduación que va de espacios naturales (poco antropizados) a rurales (antropizados pero poco edificados, con escasos servicios y con producción agro-ganadera o forestal), llegando finalmente a los espacios urbanos (con mayor cantidad de infraestructura y servicios respecto a los dos anteriores).
Los espacios naturales quedan entonces en una condición de inferioridad para ser habitados, en relación a los rurales o urbanos, por estar alejados de un mínimo de modernidad urbana, ligada al mencionado progreso y desarrollo. En las áreas naturales pueden existir senderos reducidos o peatonales, con un tránsito que no afecta su condición en forma permanente y donde los cursos de agua no estén contaminados, retenidos o desviados artificialmente. Por tanto, en los espacios que se consideran naturales, el nivel de antropización directa es muy bajo o nulo en algunas partes.
En Bariloche, existe una tradición de hacer frente a muchas inversiones desde los mismos barrios, por las mismas Juntas Vecinales o los mismos vecinos conformando grupos heterogéneos, los que resuelven la falta de infraestructura o servicios por sus medios y luchan por sumar algunos aportes de gobiernos. locales o superiores. Los negocios inmobiliarios han tendido a vender tierras sin infraestructuras completas o sin asegurar la producción del elemento que debe circular por las tuberías -por ejemplo el gas o el agua- algo muchas veces en manos de los gobiernos o de los propios vecinos. Muchos barrios han generado su propia red de agua. Esto último muestra un “Estado ausente” que escucha solo a los grupos de poder económicos y no los controla para resguardar los bienes comunes. Existe la posibilidad de resguardar el principal activo de Bariloche, en sus áreas de interfaz natural-urbana como un patrimonio paisajístico natural.
Se ha propuesto un plano de bosque nativo siguiendo los límites rectos de predios privados, lo cual no es adecuado al encontrar que persistía el bosque nativo en los predios que se dejan como vacíos. Aumentar la densidad edilicia en algunos puntos al oeste de la ciudad –según Plan del Oeste- antes de resolver la falta de infraestructura en dichas zonas tampoco parece la mejor decisión en un plan, sí es una ventaja generar polos alternativos de servicios para evitar desplazamientos, pero más servicios no deberían implicar una mayor densidad en obras.
Por última se estima que la posibilidad de adquirir tierras en Bariloche, como las hacen en Tahoe para evitar el deterioro del patrimonio paisajístico natural, puede resultar difícil por los problemas económicos que existen en general para los países de Sudamérica. Pero los valores de las propiedades están ligados al entorno y debería llegarse a acuerdos con los mismos dueños para establecer qué partes se pueden ceder (para uso público) o limitar en sus derechos para conservar el paisaje, a cambio, se podría transferir algunos derechos de construcción que se limitarán a otras parcelas en sectores habilitados. De tal modo, el valor de la construcción no se pierde y el valor del predio por su entorno paisajístico se sostiene y revaloriza.
Conclusión
El crecimiento poblacional y su expansión sobre territorios que no estaban urbanizados es un hecho, la forma en que se desarrolla debería contar con una nueva mirada desde el urbanismo del siglo XXI, que no se queda en el objeto edilicio propio y exclusivamente, sino que incorpora las potencialidades y riesgos de su entorno natural, no para dominarlos sino adaptándose.
Seguramente, si esto se consigue, el resultado se parecerá mucho a una interfaz natural-urbana bien planificada. Dicho proceso requiere de un nivel de legitimidad que solo se obtiene con una adecuada participación de los habitantes, porque son los actores que le dan sentido a los procesos de interacción y sus efectos resultantes.
La confirmación de las distintas hipótesis han llevado a una propuesta que sea de utilidad para las zonas con características de paisajes similares, demandadas turísticamente y conformando áreas de INU, en particular para las ciudades y regiones en desarrollo de la cordillera patagónica a fin de lograr una adecuada conservación del paisaje.
Puntos destacados
1) Valorar el patrimonio paisajístico natural definiendo mapas, indicadores y métricas, a partir de la formación de grupos de investigación interdisciplinarios, con inteligencia territorial desde mesas de trabajo permanentes, para definir las limitaciones al crecimiento urbano, y los niveles de conservación paisajística en la Planificación de las zonas de Interfase natural-urbana identificadas.
2) Definir zonas para el crecimiento o de mayor densidad urbana, con suficientes servicios e infraestructuras acordes a la demanda prevista, en lugares que no generen una afectación grave al patrimonio paisajístico natural o sean reserva natural urbana.
3) Definir zonas de concentración de servicios con muy baja densidad, donde hay mayor valoración del patrimonio paisajístico natural, difundiendo el uso de infraestructuras sustentables y autónomas, como la energía eólica o solar individual por lote o edificio, con aumento de la eficiencia energética en edificios por normativas acordes, para reducir la dependencia de las zonas centrales.
4) Generar acuerdos con propietarios privados para recuperar tierras para el dominio público, y favorecer así el sostenimiento del patrimonio paisajístico natural, incluyendo aquellos que se mantienen en dominio privado.
5) Permitir la transferencia de derechos constructivos, de áreas a preservar hacia otras con menor riesgo de daño ambiental.
6) Plantear la conformación de un ente regional de planificación, a fin de no tomar solo los límites políticos de un ejido municipal, sino también las regiones circundantes que le afectan ambientalmente y están vinculadas a su patrimonio paisajístico natural.
7) Planificar periferias urbanas planteando una interfase natural-urbana más sustentables, en zonas que se consideren aún en condiciones de ser preservado su patrimonio paisajístico natural, e incluir aquellas zonas rurales o rural-urbanas.
8) Generar procesos participativos más abiertos e informados, ampliados y vinculantes, que incluyan gobiernos de distintos niveles e instituciones de la región relacionados con la ciudad, y diversos sectores sociales de la localidad, con información accesibles y públicas incluidas las investigaciones científicas.
9) Revisar las normativas vigentes, sus objetivos y aumentar su control, priorizando la defensa de los bienes comunes como el patrimonio paisajístico natural, y considerando los riesgos del entorno, incluyendo el manejo y prevención de incendios forestales.
10) Generar nuevas tipologías urbanas con regulaciones particulares en zonas de interfaz natural-urbana, que favorecen la conservación del patrimonio paisajístico natural.