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Crecen las ferias en Bariloche como alternativa económica en tiempos de crisis
En Bariloche, el crecimiento sostenido de las ferias se ha convertido en una alternativa económica y una forma de integración comunitaria. Una de las más destacadas es la feria peatonal en 25 de mayo y Otto Goedecke, donde cada fin de semana asisten más de 600 feriantes, y en temporada alta este número puede superar los 800. Esta actividad se ha convertido en un espacio vital para feriantes y visitantes, ofreciendo productos orgánicos, artesanías y servicios diversos.
En el recorrido realizado por El Cordillerano, se constató la presencia de jóvenes, estudiantes que buscan sostener sus estudios, fundaciones, merenderos, feriantes históricos, cocineros, artesanos y hasta músicos de chamamé que musicalizan el recorrido que comienza en la esquina de 25 de Mayo y Otto Goedecke y continúa hacía calle Chubut, pasando por la escalinata de Santa Cruza, detrás de la iglesia Santo Cristo. Entre los artículos más destacados se encuentran elementos para pescar, plantas, antigüedades, juguetes vintage, entre otros tesoros.
Miguel, con 10 años de experiencia en la feria, destaca que la comunidad feriante es amplia, con más de 300 feriantes en un día normal. "Vendemos todo orgánico, frutas finas de la comarca andina. Hay un respeto mutuo. En estos momentos bajó el trabajo, especialmente después de las fiestas, cuando la concurrencia disminuye".
Sandra Varela, referente de la feria peatonal, subraya la necesidad de una regulación interna para asegurar la seguridad y la calidad de los productos. "Queremos formar una comisión reguladora, exigir carnet a cada feriante, y establecer normas como la obligatoriedad de cursos de manipulación de alimentos para quienes venden alimentos, y la emisión de facturas para quienes comercializan electrodomésticos."
Ramiro, un estudiante, vende stickers en la feria para financiar sus estudios. "Vendo en las redes, pero la feria los fines de semana no tiene comparación. Hago la diferencia porque necesito costear mi traslado a la universidad".
Fabio, un innovador que recorre el lugar con su carrito para exprimir jugos, lleva 20 años vendiendo, aunque recientemente ha sido desplazado del cartel en la costanera por decisiones municipales. "Agradezco poder vender aquí. Siempre vendemos bien los vasos varían een precio, entre 2.000 y 3.000 pesos", señaló. En la misma línea solicitó al municipio un espacio para los feriantes que hace años se ganan la vida en la calle.
Luis Cárdenas, de Juventud Chamamecera, destaca la música en vivo como una característica central de la feria, especialmente el chamamé, que a menudo invita a la comunidad a disfrutar y hasta bailar. "Nos sentimos agradecidos del espacio que nos permite mostrar nuestra música y compartirla con la gente", comentó.
La feria de la Escuela La Llave, por su parte, comienza a funcionar con más intensidad desde las 16 horas de los fines de semana, justo después de que la Feria Peatonal finaliza. Mirta relató que la feria de La Llave se llena rápidamente, ofreciendo un ambiente familiar y sin conflictos. "Acá nadie se pelea, es un espacio de socialización donde la gente se reúne para comprar y vender", comentó.
Oscar “mucha gente viene a socializar, se hacen amigos con los feriantes y en vez de estar en su casa se viene acá a charlar, nadie te agrede y podes encontrar algo que le sirve. Se encuentra de todo, comida, artesanías”.
Estas ferias no solo representan una fuente económica para muchos, sino también un espacio de integración donde se fomenta la colaboración y el apoyo mutuo en tiempos difíciles. Es que los fines de semana "la calle Onelli se llena de gente, que viene y que va" podría rezar una conocida canción de Memphis la Blusera.