Una Radio Pública. ¿sin el pueblo? - por Andres Bergant

Una Radio Pública. ¿sin el pueblo? - por Andres Bergant

Hace algunos días el director de LRA 30 Bariloche, Ricardo Martinez, tomó la decisión de desdoblar la programación de AM y FM. Eligió así, "al azar", el programa de Rubén Darío Lagrás -Patagonia Camino y Tiempo-, que desde ese momento sólo pasó a escucharse por la sintonía de AM, mientras que por FM ahora se escucha un programa que paga por estar al aire, y vende publicidad para subsistir, según se dio a entender. Este cambio se dio sin aviso anticipado a los oyentes, y sin pedir opiniones a los mismos, es decir sin escuchar la voz del pueblo.
En tiempos en que comienza a regir la nueva ley de medios, esta decisión no sigue el valor fundamental de libre expresión para todos, que la ley, se supone, defiende. No se puede pretender que un programa, por bueno que fuera, sea totalmente independiente y abierto a toda la sociedad, cuando su subsistencia depende de publicidades, cuando se rige por los cánones del comercio y el dinero. Esto lo hace dependiente, aunque más no sea, de sus auspiciantes, y porqué no, de las ideologías que éstos defienden. Además teniendo un amplio abanico de FMs comerciales, no se entiende porqué se debe entre todos solventar una radio pública que se vende, en vez de otorgar esos espacios a la gente. En este tipo de programas, el pueblo no se puede expresar libremente.
Si bien el programa "Patagonia Camino y Tiempo" tiene una temática profundamente orientada a la Línea Sur y a su gente, y hasta allí se escucha sólo la AM, es mucha la audiencia de este programa en los barrios de Bariloche, ya sea porque tienen algún vínculo afectivo, familiar, con esa región; o porque sabe que lo que ocurre en esos lugares también es importante y por ende se debe informar. Es cierto que la AM también se escucha en Bariloche, pero cabe destacar que este transmisor funciona de un modo muy precario, la sintonía es muy ruidosa, y en las épocas de mal tiempo, está fuera del aire casi permanentemente. Se podría afirmar entonces que cuando nieva o llueve con intensidad, el pueblo (entre la ciudad y los parajes) queda totalmente incomunicado.
Al mencionar la precariedad del transmisor, hay que recordar que en los pasillos de LRA30 duerme hace ya varios meses un potentísimo transmisor nuevo de AM, destinado a la Radio, y que no se instala todavía por burocracias y falta de voluntad por parte de las autoridades. Este transmisor llegó a Bariloche porque la gente (trabajadores de la radio y vecinos de la zona) se organizaron en asamblea para exigir una solución a tan sistemático abandono del único medio público de la región. Esta asamblea que por un lado tiene el reconocimiento de algunas autoridades de jerarquía en Radio Nacional y en organismos creados por la nueva ley de medios, todavía no solo que no es reconocida por el director de esta radio, sino que es ninguneada permanentemente, y nunca la ha tenido en cuenta. Parece ser que al director de LRA30 no le gusta que "su" radio se llene con el pueblo.
Este director, en su discurso, el 11 de octubre de 2009 (cuando la Asamblea en defensa de la Radio Pública estaba realizando el segundo abrazo a Radio Nacional), mencionó al pueblo mapuche, reconoció incluso que el predio de la radio está en tierra ancestral mapuche, hasta se permitió pronunciar algún saludo en mapudungun. Sin embargo tardó mucho tiempo en otorgar un espacio radial a integrantes del pueblo mapuche a pesar de los insistentes pedidos. Primero, se cedió un micro radial dentro de otro programa. Más tarde se concedieron dos horas semanales repartidas en dos días diferentes. El estado y los terratenientes atentan contra las comunidades mapuche violentando sus derechos y su territorio las veinticuatro horas del día, todos los días de la semana; mientras que, en la radio pública, se les otorga sólo dos horas y media para denunciar estos abusos, y para dar a todos, en poquísimos minutos, una lección de dignidad de pueblo. De esas dos horas y media, solo media hora (la del
micro radial en horario central) es la que tiene mejor alcance y llega a alguna comunidad originaria en la Línea Sur, el resto se pierde en el éter entre Bariloche y no más allá de Pilcaniyeu. Se lee entre líneas que el director tampoco quiere dar espacio a "ese" pueblo, a pesar de que en su discurso diga lo contrario.
Se entiende, o se debería entender, por Radio Pública, que la misma es de acceso libre al público. Sino no tendría sentido denominarla así, y diferenciarla de una radio comercial. Vale decir que no puede ser pública si no se le permite al público (al pueblo) participar activamente en ella. Si el público es mero espectador y se le niega la participación, entonces no hay diferencia con una radio comercial en la que el dueño hace y deshace como le venga en gana. Y en la Radio Pública de Bariloche, el director, que debería actuar como un funcionario al servicio del pueblo, se maneja como dueño y señor de la emisora. Tiene cuatro horas de programa en las mañanas en las que él participa activamente, vende espacio radial que debería ser de uso público, decide autocráticamente los programas y personas que salen al aire (definiendo así la línea ideológica de la radio), niega espacios o los cede en horarios donde los programas no pueden cumplir de manera adecuada la función social que
buscan cumplir -como es el caso del programa mapuche-, niega a la asamblea constituida por el pueblo un lugar en la radio, ya sea como consejera en el funcionamiento orgánico de la misma, ya sea otorgándole un espacio radial. Por todo esto, mientras el director de LRA30 siga ejerciendo de este modo su función, la Radio Pública de Bariloche seguirá saliendo al aire, pero sin el pueblo.


Andres Bergant
andresbergant@gmail.com

Opinión / Correo de lectores