Hspital Zonal Bariloche: No tenemos pediatra, vaya a una clínica privada. por Miguel Palacios

Hspital Zonal Bariloche: No tenemos pediatra, vaya a una clínica privada. por Miguel Palacios

2.30 am, 3 ó 4 grados bajo cero. Niño tose sin parar, la fiebre roza los 40 grados y vomita de tanto esfuerzo abdominal. Los padres lo abrigan y salen presurosos hacia el hospital ( en el cual trabajaron su bisabuela, abuela y tías abuelas) en busca de un aliciente para una preocupación extrema: la salud de un pequeño de cinco años con problemas respiratorios agudizados por una temperatura para conservar alimentos.

Luego de sortear una ruta colmada de lomos de burro exagerados, inútiles y mal señalizados, de esquivar una cantidad incomprensible de pozos y grietas en calles y de finalmente llegar al hospital aparece la primera encrucijada: hallar la guardia. Luego de dos vueltas a la manzana y de golpear dos puertas cerradas encontramos una subida de tierra embarrada, sin iluminación ni carteles indicatorios. Ahí estaba una puerta mal iluminada con un cartel que rezaba la leyenda "guardia".

De entrada un cuadro desolador con una señora sentada en una de las diez sillas de la sala de espera cuyo resguardo del frío no eran más que cuatro paredes y una puerta siempre abierta, y una vez adentro otra puerta a la salvación con un cartel hecho a mano con el imperativo mensaje "golpeé y espere. Estamos atendiendo".

Otra muchacha, de condición humilde, golpea tímidamente y espera sin resultados que aparezca un interlocutor. Yo sentado en una silla con mi niño en brazos le digo a su madre que por favor golpeé con energía ya que parece que no escuchan el llamado.

Ante el enérgico reclamo, apareció una enfermera que con una rápida respuesta tipo: "seguí esperando" despachó a la chica (a cuya cara se le sumó un plus de angustia) y de inmediato volvió a cerrar la puerta sin reparar que había más gente en la sala de espera. Había llegado el momento de levantar un poco la voz y, con mi hijo en brazos y tosiendo, pregunté con vehemencia "¿está libre el pediatra?". La respuesta fue "no hay pediatra, sólo un clínico. Si quiere lo atiende él pero debe esperar", "¿Y un pediatra donde encuentro?", "en clínica privada hay guardia pediátrica, en el km 1 o en El Sol".

Finalmente llegué a la mencionada clínica que está frente a la plaza Belgrano y tras pagar la consulta fuimos rápidamente atendidos (ello no quiere decir "bien atendidos" ya que el pediatra parecía muy disgustado con el hecho de tener que trabajar) y salimos de allí con un par de recomendaciones y un medicamento para que el niño pueda dormir.

Ya con la calma que nos proporcionó el medicamento pasé al estupor y la indignación y la bronca. Luego de evaluar patear puertas, insultar autoridades, pedirles la renuncia y enjuiciarlos para luego encerrarlos por irresponsables me puse a repasar algunas circunstancias:

1.- ¿qué hubiese pasado si no hubiera tenido en ese momento el dinero para la consulta privada? (circunstancia en la que se encuentran miles de madres con hijos que tosen cada noche en las inmensas barriadas que no están en la postal feliz de Bariloche).

2.- El hospital es provincial, y Río Negro es una provincia radical desde hace 27 años. Luego de comentar esto con parientes y amigos, me recuerdan que el actual gobernador (Miguel Saiz) está hace 7 años y quiere gobernar otros 4.

3.- Ahí me pregunto para qué quiere gobernar otros cuatro años, si ni siquiera tiene la capacidad de mantener en condiciones el único hospital público en una amplia región conformada por cuatro o cinco comunas.

4.- Al respecto ya conocemos la argucia radical de responsabilizar a la Nación por la falta de fondos y por el deterioro general de la provincia. Todavía se quejan de que Cavallo les cerró los trenes.

5.- En otra ocasión, hace tres años visitando la provincia de Salta nos encontramos con el mismo cuadro respiratorio de Tadeo (así se llama mi hijo). La diferencia fue encontrarnos con un hospital público provincial con una guardia iluminada y con la entrada asfaltada, la sala de espera acondicionada para las condiciones de montaña (también era invierno) y, lo principal, tenían pediatra de guardia, y no sólo uno sino dos. La misma situación la vivimos en CABA, en Córdoba, y siempre fue satisfactoria la atención recibida. Esto se puede corroborar en los registros de la guardia donde quedó asentada la consulta.

Por suerte, escuchando la radio me enteré que las autoridades comunales, atentas a las necesidades de la población, alquilaron y colocaron una pantalla gigante en un gimnasio para que quienes lo deseen puedan ver los partidos de la selección.


Miguel Palacios
mip@hotmail.com

Opinión / Correo de lectores