No caigamos en la trampa de enfrentarnos entre quienes tenemos un futuro en común.

No caigamos en la trampa de enfrentarnos entre quienes tenemos un futuro en común.

Hace ya varios años que un grupo de vecinos, cansados de sufrir la degradación de nuestro ambiente natural y calidad de vida, formamos la Asociación Civil Árbol de Pie. Lo hicimos en defensa del aire que respiramos, del agua que bebemos y del bosque que le da vida a nuestras montañas. Lo hicimos también en defensa de todos aquellos que, impotentes, ven cómo algunos poderosos destruyen, en su beneficio, la ciudad que amamos. Lo hicimos, en fin...en defensa propia.
No es nuestra intención impedir que compañeros trabajadores que sabemos que lo necesitan ¡y cómo!, tengan por fin su casa propia. En nuestro grupo no tenemos grandes empresarios, vivimos de nuestro trabajo diario, y quienes conseguimos ser propietarios, fue después de muchos años de dura labor, o sea, cuando decimos "compañeros trabajadores " sabemos bien de qué hablamos.
Que quede claro, nunca nos opusimos a la construcción de un barrio judicial en Casa de Piedra. Nos enfrentamos sí con el Ejecutivo Municipal por la forma irresponsable de aprobar un expediente. Siete mil metros cuadrados de un hermoso bosque fueron convertidos en tierra arrasada por la soberbia de funcionarios que despreciaron los proyectos alternativos que habrían permitido realizar la construcción y a la vez mantener una gran parte del bosque.
El Servicio Forestal Andino detuvo la devastación de las topadoras. Lo hizo sobre la base misma del espíritu que justifica su existencia. La propiedad de un pedazo de tierra puede ser privada, pero la existencia o no de los bosques nativos, con sus consecuencias en el clima, cuencas hídricas y la misma economía de Bariloche, nos afecta a todos, es pública. Por eso insistimos. Separemos la paja del trigo: las obras se detienen, no por el vecino que denuncia las irregularidades, sino por aquéllos que las cometen.
No caigamos en la trampa de enfrentarnos entre quienes tenemos un futuro en común.
Elegimos vivir entre bosques y lagos, y no en una gran ciudad. Hagamos que valga la pena sostener esta elección. Hagámoslo, mal que les pese a aquéllos que parecen disfrutar destruyendo las joyas de la abuela.

Asociación Árbol de Pie