Hacia un futuro sin petróleo.

Hacia un futuro sin petróleo.

Cada vez que intento en cualquier ámbito introducir el tema del inevitable final de la era del petróleo y los cambios drásticos que ello implica, invariablemente percibo que mis interlocutores ingresan en un típico estado de no querer escuchar.


La mayoría de nosotros evitamos pensar en qué pasará cuando el petróleo se acabe o cuando ya sea prohibitivamente caro. El inconsciente nos grita desde alguna parte -como diría Luca Prodan- “mejor no hablar de ciertas cosas”, porque nuestro psiquismo necesita sentir que la vida, tal como la conocemos, puede seguir su curso indefinidamente. Pero no lo hará.


De tal manera, quiero anticipar que pretendo escribir un artículo decididamente optimista y para nada apocalíptico. Claro que para poder verlo de esta manera resulta imprescindible salir airosos de la lectura de estos primeros párrafos…

Bien, entonces cumplo en advertir que lo que sigue es solamente apto para valientes…!!

Podamos verlo o no, queramos verlo o no, la economía planetaria, todas nuestras actividades y nuestras experiencias de vida dependen en mayor o menor medida, directa o indirectamente de la explotación petrolera. Un recurso energético que llevó millones de años elaborarse en las entrañas de la tierra, y que la humanidad agotará en un período de tiempo geológico comparable a lo que dura un fósforo encendido en el transcurso de nuestras vidas.


En la actualidad estamos aproximadamente en el pico de la producción a nivel mundial. Esto significa en el momento de mayor extracción posible, y cuando la curva de explotación petrolera ingrese en la zona de franco descenso, enormes cambios económicos, sociales, políticos, ecológicos y de múltiples y diversos órdenes interrelacionados entre sí, comenzarán a producirse tanto a nivel global, como también regional y local. El panorama es muy desalentador en nuestro país, y en apenas un manojo de años ya se deberá importar tanto gas como petróleo desde las regiones más conflictivas del mundo, y a precios impredecibles.


¿Que gracias a las inversiones estatales o privadas se descubrirán nuevos pozos y yacimientos? En el mejor de los casos, el efecto de tal predicción solamente prolongaría por un breve tiempo el estado de las cosas, pero las mismas empresas extractivas admiten que en el futuro ya no se esperan descubrimientos de reservas significativas. Existen tecnologías de prospección realmente eficientes, y el petróleo de fácil extracción ya está prácticamente localizado y cuantificado en su totalidad.


¿Que los avances científicos y técnicos implementarán nuevas soluciones energéticas para reemplazar al petróleo? Falso. Semejante idealismo no tiene en cuenta el concentrado e incomparable potencial de generación de energía que tiene el petróleo, ni las limitaciones ni los megadelirios necesarios para pretender reemplazar con otras fuentes de energía su gravitación determinante en la gigantesca maquinaria de consumo de la economía global. Y aunque así fuera, tampoco se está trabajando en tal sentido, sino que nos limitamos a seguir aumentando la demanda y creer que en el futuro podremos continuar quemando estas descomunales cantidades de energía.


¿Que existen revolucionarias fuentes de energía deliberadamente ocultadas por la CIA, la KGB y oscuros hombres grises que controlan todo desde las sombras, pero en muy poco tiempo se harán realidad? Bueno, si decidieras seguir por este camino, hazlo bajo tu entera responsabilidad. Para bien o para mal, las leyes de la termodinámica siguen vigentes, nadie ha podido jamás sacar energía de la nada, y abonar las ocurrencias del célebre Nikola Tesla sobre la “energía libre” y similares fantasías, probablemente sean las peores opciones. Nada más frustrante que creer en soluciones mágicas para intentar resolver problemas nada mágicos. De hecho Tesla fue un innovador descollante en su época, pero tal como le pasó a tantos otros genios de las ciencias o el arte, en algún momento lamentablemente enloqueció.
Existen gran cantidad de investigaciones, estudios y extensos análisis técnicos en todo el mundo sobre esta problemática que se ha dado en llamar “el pico del petróleo” o bien “el cenit del petróleo”. Los más optimistas como Deffeyes y el visionario King Hubbert pronosticaron el colapso de los combustibles fósiles entre el 2035 y 2040. Los más pesimistas como Campbell y Laherrère entre 2010 y 2015.


Sin embargo no vamos a detenernos aquí en analizar sus estudios, ni en discutir si el pico ya se produjo, o si falta aún un par de años, porque lo que sí sabemos es que se trata de algo inevitable. En muy poco tiempo ya estaremos viviendo el descenso irreversible de la producción petrolera, y las primeras luces de alarma ya comenzaron a encenderse. La pregunta no es si entraremos o no en la temida pendiente hacia abajo, sino cuándo.


Este descenso energético se halla íntimamente relacionado con el decrecimiento de una economía global basada en los combustibles fósiles, los recursos no renovables y el consumo descontrolado, tanto de energía como de productos industrializados. Nos encontramos entonces a las puertas de algo así como una revolución industrial pero a la inversa, y no estamos haciendo nada para preverlo, ni tenemos un “Plan B”.


La inusual envergadura y la complejidad de las transformaciones que implicará el ingreso de la producción petrolera mundial en su fase descendente, nos llevarán de manera inexorable hacia un escenario por ahora totalmente desconocido. Podemos suponer algunas cuestiones, pero el proceso en su conjunto se nos presenta difuso, confuso e inaccesible como para enfrentar semejante desafío en forma individual. Muy posiblemente la vida en las ciudades y los transportes, tal como los conocemos ahora, perderán su razón y sentido, surgiendo nuevas (viejas) formas de organización social y económica.


Sin embargo, esos inevitables y profundos cambios que se avecinan pueden tener un resultado positivo, impulsando el renacimiento de las comunidades locales que seguramente serán más autosuficientes, que cultivarán la mayor parte de sus alimentos, generarán su propia energía, procesarán y reciclarán sus residuos y construirán sus viviendas usando materiales locales. Inclusive también es posible imaginar que se alentarán sistemas de intercambio de bienes y servicios independientes del dinero tradicional, y el surgimiento de monedas u otros instrumentos de cambio descentralizados, que no dependan de los centros de poder ni sean manipulables por éstos, sino basados en la producción real y local.


Es un tiempo emocionante y terrorífico a la vez, que puede conducirnos a un verdadero y profundo cambio de paradigma, un gran salto evolutivo de la humanidad. Un proceso altamente creativo y fascinante que, sin duda alguna, no enfrentaríamos en forma voluntaria por nuestra propia elección si el petróleo fuera un recurso eterno.


Pero ¡cuidado! No tenemos mucho tiempo para poner en marcha las acciones que nos permitan aumentar la capacidad de recuperación de nuestras comunidades, antes que el descenso energético ingrese ya en una etapa irreversible en la que todo comenzará a transformarse en forma precipitada y caótica.


Este desafío del presente ha dado en llamarse el PROCESO DE TRANSICION, y debería representar un asunto impostergable para cada persona que se preocupe por sus hijos. Los adolescentes de hoy serán adultos en un mundo completamente diferente al actual, y es nuestra responsabilidad planificar desde ahora mismo un futuro viable para la civilización post-petróleo.


Aunque por el momento se trata de un tema decididamente inabordable para los medios de comunicación masiva, el concepto de transición representa una de las ideas más trascendentes de nuestro tiempo. El Cenit del petróleo y la no sustentabilidad de la economía mundial pueden a menudo hacernos sentir deprimidos, pequeños, y sin poder. Pero lo realmente poderoso es que este proceso se manifiesta como un hecho inspirador, que partiendo de cada individuo se está comenzando a propagar en las comunidades a través del boca a boca y mano a mano, se dirige hacia la esperanza y no hacia la culpabilidad, enfocándose en el optimismo en lugar del miedo, dejando atrás las luchas en contra de lo malo, para ocuparnos en la construcción del futuro ecológicamente sostenible.


"No podemos descubrir nuevas tierras
sin aceptar que perderemos de vista
la costa por largo tiempo"
Andre Gide


Hay muchas cosas que ya podemos empezar a hacer.
Encontrarás más información disponible en:
http://sites.google.com/site/sinpetroleo/anuncios

Si sientes que estos asuntos te impulsan a participar de alguna manera en el gran cambio, no dudes en enviar ya mismo un correo electrónico a: aldeasustentable@gmail.com


Horacio Drago
El Hoyo / Chubut / Patagonia Argentina



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