Es un instinto, veo una montaña y quiero subirla

Es un instinto, veo una montaña y quiero subirla

Mercedes Sahores, la primera argentina en llegar a la cima del Everest, regresó al país.

Parece que hubiera transcurrido mucho más tiempo desde el reciente 19 de mayo, cuando el nombre de Mercedes Sahores se inscribió en la historia por ser la primera argentina en alcanzar los 8.848 metros de altura del Monte Everest en Nepal.

Tras el primer impacto, sus emociones se fueron ordenando y ayer "Tety", la neuquina de 34 años radicada en Bariloche, pasó por Buenos Aires, donde mantuvo una conversación a solas con "Río Negro" en la cual contó los detalles en un relato de auténtica humildad.

-¿Cómo se ve el mundo a 8.848 metros de altura?

-Enorme, una inmensidad increíble, bocha de cerros, lenguas glaciarias, áreas que parecen infinitas.

-¿Lo primero que uno piensa es ¡llegueeé!?

-No; es "¡guau... mirá lo que es!", porque venís viendo una parte y de allí ves todo.

-Cuánto te quedaste en el lugar más alto del mundo... ¿Qué flash te vino a la cabeza?

-No conté los minutos... sería una media hora, pensé en mi familia (sorry a mis amigas aunque mientras descendía pensaba en ellas), agradecí a Dios, al volver sentí la alegría de recibir tantos mensajes de gente contenta que había rezado por mí.

-¿Para una mujer cuesta más conseguir semejante logro?

-Los hombres suelen ser más fuertes, pero hay mujeres muy bien entrenadas.

-¿Previamente habías alcanzado otras cumbres?

-No muchas, algunos cerros con altura. Hice el Tronador en Bariloche, pero ahí no hay problemas de altura (unos 3.400 metros). Lo típico de los escaladores en nuestro país es haber estado en el Aconcagua (casi 7.000 metros), pero no fue mi caso. Lo máximo que había alcanzado fue unos 6.000 metros en Bolivia.

Mercedes es "Tety" desde que sus padres la llevaron al zoológico donde había un hipopótamo llamado "Teteia". La menuda, pero inmensa alpinista se crió en Neuquén donde estudió hasta viajar a Buenos Aires donde se recibió de bióloga. En 1997 participó de la liberación de cinco cóndores en Bariloche donde todos los inviernos iba a escalar y allí se radicó. Sus padres siguen habitando en el Alto Valle donde la mamá tiene una chacra en la cual "Tety" estuvo ayudando el último verano.

Mercedes tuvo muy presente al momento de alcanzar su máximo logro a un hermano que falleció, tiene una hermana en Estados Unidos que le dio cuatro sobrinos, y un hermano casado que acaba de tener un hijo, Bruno, el benjamín de la familia.

-¿Como empieza tu interés por el alpinismo?

-Siempre fui muy deportista, veo una montaña y me tienta subirla, es un instinto.

-¿Qué otros deportes hacés?

-Soy instructora de esquí, hago carreras de aventura (que incluye andar en kayak, bicicleta, trotar) y juego al tenis.

-¿Hace falta una condición especial para alcanzar una hazaña como la tuya?

-Tenés que tener resistencia a mí me llevó un mes allí (en Nepal). Al final tardamos 12 horas en subir.

-¿Era un sueño alcanzar la punta del Everest?

-No lo había proyectado. Del Everest había leído de accidentes, muertes, pero cuando me lo propusieron pensé ¿cuándo se me va a dar otra oportunidad? Damián (ver aparte) me dijo de ir -su hermano había escalado 8 veces- se sumó otro grupo, fue cautivante.

-¿Y el miedo se domina?

-Riesgo no lo veo y disfruto un montón. El Everest es la cumbre más alta pero no la más difícil, la altura dificulta pero hay cerros más empinados.

Subir al Everest es una experiencia costosa, ya que el gobierno de Nepal cobra un permiso de 10.000 dólares.

Mercedes ahorró dinero y la ayudaron sus familiares con el resto.

Mirando hacia el futuro, "Tety" va a seguir haciendo trabajos de campo como bióloga, y volverá a trabajar de instructora de esquí cuando vuelva a nevar en Bariloche. Proyecta ir alguna vez a Alaska a esquiar.

En tanto, hoy pasará a ser una de las argentinas que se sentaron en la mesa de Mirtha Legrand. "Nunca se me había cruzado que me iba a invitar a almorzar", dijo sonriendo con la espontaneidad común a toda la conversación.

Por diario Rio Negro

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