Corazón vs Cerebro

Corazón vs Cerebro

 Pensalo con el morfi.

¿Cuántas veces te habrá pasado que te recontra cagabas de hambre?

Pero te morías, boludo.

Fantaseabas con llenar una pelopincho entera con panchos y tirarte de cabeza.

Rezabas por ser Aladino sobre una pizza voladora, atravesando los cielos en búsqueda de restaurantes con mesas afuera para punguearle la comida a todo el puto mundo.

Delirabas con trompearte con un dragón, matarlo, arrastrarlo hasta un camping, prender un fueguito, tomar un vermucito con una picadita, tranqui, separar las brasas, poner al dragón en la parrilla, preparar más fuego al costado por las dudas, prender un pucho y fumarlo contento con el asado que te estás mandando, sorprenderte con ver un par de luciérnagas, decir que no ves luciérnagas desde que eras pibe, pispear cómo está la carne, descubrir que está justito justito como a vos te gusta, destapar un vinito y ahí entrarle al dragón como un hijo de puta, entrarle y entrarle y entrarle hasta que vuelva a amanecer.

Así de recontra cagado de hambre estabas.

Y morfaste.

Morfaste lo que tenías a mano.

Morfaste de más.

Seguro te pasó.

Y al ratito de repente lo empezaste a escuchar a tu cerebro.

“Gracias,” te dice. “Estoy satisfecho.”

Vos ya estás con el escarbadiente, en otra.

“No hace falta más, gracias,” sigue tu cerebro.

“En serio, todo bien. Pará,” dice.

Notás cierto tonito en su voz. Cierto fastidio. No. No es fastidio. Es pánico.

“Dije que no, en serio, pará, es mucho esto. Frená.”

“Dije que frenes. Pará. En serio, en serio. Pará. Gordo la RECONTRA PUTA MADRE DEJÁ DE MORFAR GORDO HIJO DE PUTA!!!”

“¡¡¡ES MUCHO ESTO!!!! ¡¡¡HEPATALGINA!!! ¡¡HEPATALGINA!!! ¡¡¡NO PUEDO MÁS!!! ¡¡HEPATALGINA!!!”

“¡NO PARA DE CAER MORFI AL ESTÓMAGO! ¿Qué voy a hacer? ¿Qué voy a hacer? Es mucho esto, es mucho. Voy a morir. Voy a morir. ¡Ya sé! ¡Siesta! Apago todo. Reiniciamos sistema. Es genial. Le paso el fardo al estómago. Listo. Yo apago todo y me voy a la mierda. Listo, quedamos así. Te empieza a dar sueño, te empieza a dar sueño. Mhm. Dulce sueño. Lindo sueño. Cerrá los ojitos. Dormite un cachito. Vas a soñar con tetas. Creeme, te lo juro. Con tetas bailando bajo la luz de la luna en esa playita que tanto te gusta. Cerrá los ojitos. Dormí, dormí.”

Y ahí te quedás dormido como un gordo hijo de puta.

Seguramente te pasó al menos una vez.

Entonces avivate, che.

Tu cerebro vive en el pasado. Podría haberte chiflado al instante que diste un bocado de más.

Pero no.

Porque el muy puto vive en el pasado.

Lo cual me hace sospechar que por vivir en el pasado nos estamos perdiendo de algo.

No sé bien de qué.

Me daré cuenta cuando eso quede atrás, lejos del alcance de mi mano.

O por ahí lo que tengo que hacer es dejar de escuchar lo que me dice el bocho y prestarle atención a otro rincón de mi cuerpo que esté más en contacto con el presente, con lo que vive, con lo que late.

Algún pedacito de mí que esté todo el tiempo estrolándose contra el ahora.

Golpeando y golpeando y golpeando.

Me pregunto qué pasará si lo escucho, si cuando lo haga dejaré de ver lo que quiero cuando es apenas una sombra.

 

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© Sebastián Defeo

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