Colectivo Al Margen
SURCO DE PAMPA ADENTRO
SURCO DE PAMPA ADENTRO
SURCO DE PAMPA ADENTRO
Andando los caminos de la Patagonia, no de la que se vende como belleza natural, sino la otra, la meseta pura donde muchos nos criamos entre las nieves de Junio, los vientos austeros y los calores de Enero, hemos aprendido el quehacer de la vida diaria del paisano o el gaucho como lo quieran llamar… pero no el gaucho del chapeado ni de los caballos de almanaque, sino el gaucho de manos callosas, ásperas como la longa de yegua, el gaucho que amansa soledades cuando los otoños entordecen.
En estos parajes está el puestero o el campesino que lucha día a día sobrevivir y mantener a su familia, a veces piensa que debe haber algo mejor; sueñan y tienen la esperanza de poder un día dejar de trabajar y tener una vida tranquila, como el sestear bajo los viejos sauces
Pero la mezquindad de oportunidades los sume en infinitas tareas, doblar el lomo hasta el día de su muerte, gente pura, limpia, sin falsedad ni embrollos, gente derecha, que nos enseñaron a trabajar para ganarnos la vida, a valorar lo que somos, hombres de tierra adentro donde el sol calienta esperanzas mientras aguarda el porvenir.
Aconsejados en mañanas de amasar campero, de la madre que pare en el campo y cuelga estrellas donde no las hay, o en el pisoteado palenque por el padre a la hora de ensillar un fiero bagual, somos tan hijos de esta tierra como cualquiera que nace en ella, pero a veces, no todos tenemos la oportunidad de salir y practicar otras vivencias.
A los que hemos emigrado a la ciudad nos queda un dejo de nostalgia, una mirada larga y las ansias de regresar por la huella que un día nos vio partir, camino de polvareda, angosto, bordeado de alfilerillos en las húmedas primaveras.
En ese costear de la vida lo encontramos a Edgardo, masticando el humo y pisando el cemento de la ciudad; de mirar profundo, curtido por el aire de su Gastre natal, añorando pisar el hunquillo del mallín donde se crió y correteó cuando niño.
Estribado en el papel y lápiz, como quien pare una idea a la luz del candil, nos dejó este ensayo que no pude dejar de compartirlo con ustedes, es el sentir de nuestros criollos, de los que llevamos la sangre de inmensa pampa y tupidos carrizales.
Un canto precioso como el de la calandria en el patio del rancho.
Ayer….
Ayer, cuando los días estaban llenos de dicha, tal vez fuimos otros… quizás fuimos nosotros.
Ahora, son recuerdos de días idos, nostalgias amontonadas, donde nos detuvimos, cuando se borro la pampa, las sierras, los coironales espigados de un oro blando.
Los callos han sanado, no hay vestigios de una fría barreta, de hacha rompiendo escarcha al mes de julio, no hay nada de lo que ayer fue promesa y espera.
Calles llena de nada, ruidos de urgencia y miseria se clavan a la piel, pero ayer, las cosas llegaban al hueso, hacían surcos en el cuero, vertían sobre el alma madrugadas de celeste alba, y el lucero era un faro en la distancia.
Cada amanecer encendía la vida, un andar sin apuros, el balar de la hacienda rodeada en el potrero, el relincho manso del guanaco en las faldas de la ladera, el trinar de los pájaros y el retumbo incesante en los cañadones de los perros.
Y allá, Costeando el alambrado los cascos de los matungos chapuceaban al aire fresco y puro de la mañana, un agua dulce de vertiente, de manantial sureño.
Yo, veía a mi padre, montado en su yegua doradilla, parecía una figura de otro tiempo, un quijote sin armadura enamorado del campo y sus secretos, vida que nacía a cada instante en los rastros de los ñandúes, de los zorros, vida que asomaba en la negra tierra y se esparcía en espacios salpicados de colores.
Y cuando las chicharras alborotaban el silencio a las dos de la tarde, en un verano que se palpaba en el dulzor del calafate, aflojábamos cincha mientras los ojos se quedaban guardando el paisaje de esos días.
Y el invierno, el invierno era otra cosa, la tarde caía mansa, llegaba a los corrales mientras la bruma acallaba los gritos del monte, en la vieja casa el farol a kerosene era un pequeño sol que iba marcando las sombras de mi madre cocinando un puchero, y mi padre maseteaba un cuero al calor del fogón.
Pero cuando el sueño ganaba el alma y el reloj daba la hora de los misterios, todo se cubría de un blanco profundo y sin fin.
El gallo daba el primer alerta con su grito ensordecido por el blanco intenso, al abrirse los parpados el resplandor enceguecedor anunciaba la nieve, la nieve que había venido de noche y seguía cayendo en copos algodonados y espesos, cincuenta centímetros en la puerta, y el silencio… silencio profundo, olor a nieve, a un aire de otro mundo, las miradas resbalaban por las varillas, por los montes humedecidos y cubiertos de espesa niebla, las torcasas con sus pechos rojos traían la certeza de que era invierno, que ese cuadro era real y no el mas hermoso de los sueños.
A lo lejos, o demasiado cerca, el cencerro de la madrina sonaba con pesadez, se oía allá, luego mas acá, la cerrazón entretejía en el aire un no se que, una sensación extraña, un igualar de las cosas, era invierno. Invierno en el sur, y bajaban de la sierra los guanacos en manadas, habrían caminos en el paisaje que se entregaba como el corazón de mi gente.
Ayer, siempre ayer, dando vueltas en mi sangre, vertiéndose en lágrimas de ausencia, buscándome en la distancia, atajándome en la avenida, silbándome en los descampados, ayer, vida vivida, sin miedos, sin tiempo, sin mas allá, pequeñas cosas que iban al alma, reflejos en la palangana de un rostro auténtico, sin tajos de vacío, sin deuda, sin mentiras.
Años de espíritu a boliadora, galopando leguas a la vida, guardando cada momento, cada indicio de sucesos inapresables, esos, que hoy sostienen los huesos y levantan la mirada buscándonos, aunque parezca solo en los recuerdos.
X EDGARDO KHOLER/ GASTRE/ CHUBUT
Colectivo Al Margen
Las dos caras de la Justicia
No todos tenemos los mismos derechos. Por momentos parece una cuestión de clases. El que más tiene adquiere más po ...
Leer más
Consumismo o Consumo Responsable
Como ciudadanos, ¿cuántas decisiones están en nuestras manos? Tal vez creamos que son pocas, pero debemos reconocer que son ...
Leer más
UNA REVISTA HECHA POR Y PARA PRESOS
Además de un espacio de contención y producción creativa, esta publicación santafesina pretende llevar al deba ...
Leer más
CRONICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA
“De noche a barrios jodidos como el 2 de Abril y 34 Hectáreas ya no entraba más. Rechazaba el viaje o dejaba en la r ...
Leer más