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Colectivo Al Margen



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DE COMO ESTUDIAR CON HIJOS EN BARILOCHE

DE COMO ESTUDIAR CON HIJOS EN BARILOCHE






DE CÓMO ES ESTUDIAR CON LOS HIJOS EN EL AULA DE AL LADO
Tienen entre 19 y 30 años y cursan el secundario en una escuela nocturna, como tantos otros. Algunos con la expectativa de acceder a un título que les abra puertas laborales. Otros simplemente por el interés de cerrar aquello que dejaron inconcluso alguna vez, cuando la vida imponía otras urgencias.
La mayoría son madres, pero también hay padres que se decidieron a estudian junto a sus esposas. Mientras tanto dejan a sus hijos en una guardería. Sí, un espacio de contención para los chicos que funciona de noche y en la misma escuela.
La atmósfera que reina en los nocturnos de adultos tiene mucho de desafío a la voluntad, de “seguir adelante pese a todo”. Aun con la educación en terapia intensiva, el mandato social de llegar al diploma todavía resiste.
Con las últimas luces de la tarde, ellos llegan a la escuela. Llevan la mochila y los críos a cuestas. Y también los deberes hechos. Los pibes (algunos son bebés de pocos meses) son recibidos por las madres encargadas de la guardería y ellos se van al aula. A sumergirse en las operaciones aritméticas o tal vez en la historia del período colonial.
Suele darse por sentado que las escuelas de turno noche son tales para facilitarle las cosas a la gente que trabaja. Pero con eso no basta. Ocurre que mucha gente –madres solas, el caso típico- ven negado el derecho por no tener quién les cuide los chicos.
En Bariloche surgió hace ya unos años un programa específico de centros infantiles vespertinos, que terminaron asimilados como una herramienta indispensable. Pero hoy están en plena retracción.
En el CENS 9 funciona uno de los únicos dos que quedan. Y allí concurren a diario 50 chicos de todas las edades, que duermen, juegan, hacen los deberes o ven películas mientras sus padres le pelean al futuro entre libros y apuntes.
Las historias de esos padres no son todas iguales. Al Margen les preguntó y los escuchó, para saber de qué va la cosa.

- Seguramente muchos dejaron la escuela en la adolescencia. ¿Cómo surgió la decisión de volver a estudiar? ¿Es el deseo de progresar? ¿de cerrar lo inconcluso?
- Verónica: Yo no me enganché justamente por eso. Yo soy madre sola y no tenía para darle de comer a mis hijos. No tenía ningún ingreso. Había llegado a tercer año y aquí tuve que empezar de nuevo. Pero yo sabía que en esta guardería a los chicos les dan de comer. Así que me anoté para que mis hijos tuvieran al menos una comida segura al día. Aparte me gusta y me interesa estudiar, pero el motivo principal fue la contención para mis hijos.
- ¿Hasta el año pasado qué hacías?
- Verónica: Hasta el año pasado el padre de mis hijos no nos abandonó.
- Karina: En mi caso, cuando me enteré del proyecto de poder estudiar con mi hijo fue bárbaro. Porque no tengo con quién dejarlo. Además quiero terminar el secundario para conseguir trabajo más fácil.
- Roxana: Yo empecé a venir estando embarazada y aquí me cuidan a mi hijo desde los 45 días.
- ¿Cómo fue dejarlo tan chiquito?
- Roxana: Fue difícil desprenderse.
- Verónica: Pero lo importante de este establecimiento es que la guardería está adentro de la escuela. Hay otras que la tienen afuera, a dos o tres cuadras. Pero aquí es una seguridad, porque si el nene levanta fiebre en seguida lo vas a ver.
- ¿Los chicos se adaptan, les gusta?
- Karina: A veces cuesta traerlos, cuando llueve o nieva. Es difícil, pero por suerte yo termino este año.
- Máximo: Para los nuestros es importante porque no tienen otros medios para estar con chicos de su edad y jugar. Enla familia nuestra son todos mayores. Aquí lo pasan bien. Está bien armado y aprenden cosas. Uno se queda tranquilo.
- ¿Por qué estudiar? ¿Para qué sirve?
- Karina: Es muy importante. Antes a lo mejor no, pero ahora en cualquier trabajo te piden el secundario terminado. Yo tengo 30 años. Me costó volver, pero me dije que tenía que terminar y aquí estoy.
- ¿Trabajan durante el día?
- Evangelina: Yo, en temporada.
- Verónica: Yo empecé ayer como promotora del programa Comer en Familia. Le dedico las horas que puedo, cuando mis nenas van al jardín.
- Máximo: Yo trabajo en hotelería y de lunes a lunes. Por eso sería muy bueno poder terminar el secundario. Lo importante es que al tener los chicos un espacio acá, podemos venir Evangelina y yo. Si no, uno de los dos tendría que quedarse para que pueda venir el otro. A mí el día se me hace largo porque arranco a las 6 de la mañana y de aquí salimos a las 10 de la noche. Se hace larguísimo, pero bueno, iremos despacito.
- ¿Por qué dejaron de estudiar en su momento?
- Roxana: Yo, porque repetí mucho y ya no me aceptaban por la edad.
- Karina: Yo lo mismo. Tres o cuatro años y repetía, repetía. Me lo tomaba distinto que ahora. Iba para darle el gusto a mis padres.
- Máximo: Yo dejé en tercer año y empecé a trabajar. Lo mío fue más por una cuestión de rebeldía. Me peleaba y no me aceptaban en los colegios. Ahora volví porque en el lugar donde trabajo me hicieron prometer. Igual también empecé por ella (por Evangelina), porque solo no hubiera llegado a ningún lado. Es un apoyo, porque si no se hace difícil. Madrugar tanto y trabajar entre tres y cuatro meses sin francos. Cuesta. Se hace muy difícil.
- ¿A vos, Viviana, qué fue lo que te decidió?
- Viviana: Yo empecé este año y siempre quise hacerlo. Mis chicos se acostumbraron fácil y a mí me ayuda estar aquí cerca. Espero que me sirva para trabajar. Mi mamá siempre dijo que la escuela no te sirve. “¿Para qué vas a hacer el secundario?”, me pregunta. Y yo le digo: “Para no ser como vos, que hacés limpieza de casas y nada más”. Estoy a tres años, cuesta pero voy a llegar.
- Cuando llegue el momento los chicos se van a recibir con ustedes...
- Roxana: Sí, ellos también egresan. Y en el acto nos dan el diploma a nosotros.
- Verónica: Mi nene tiene 11 años y va a sexto. A mí me pasa que él compite conmigo. Yo por suerte ando muy bien. Y cuando vamos a casa y yo le pregunto por la tarea, él se sienta y la hace. El ve que yo estudio y sus notas han subido un montón este año. Todos los días un "SO" o dos. Y yo le digo, "mirá, me saqué un 9,50". Nos gusta a los dos.
- Cuándo llega la hora de venir a la escuela. ¿Hay días que no quieren, hay que arrastrarlos, o ellos los arrastran a ustedes?
- Karina: Yo los traigo directamente de su colegio para acá. Pero si algún día no van y se quedan jugando con los vecinitos, ahí sí les cuesta más.
- Viviana: La mía no. Desde las 5, o las 4 de la tarde ya empieza: "mami, vamos a la escuela". ...Me encanta...
- Evangelina: Los juegos que les hacen son muy buenos. A veces llegan todos pintados. Eso creo que nos da tranquilidad. Si uno va de sorpresa los nenes están bien, jugando, entretenidos. Los tienen en dos grupos distintos: los bebés por un lado y los más grandes por otro.
- ¿Los compañeros y los profesores qué dicen, los bancan?
- Todos: Sííí. Siempre.
- Máximo: Franco hace unos días levantó fiebre. Y teníamos una prueba. Pero el profesor nos dijo: "no, no. Vayan, llévenlo al médico".
- ¿Qué se sabe del proyecto para eliminar las guarderías?
- Máximo: En marzo nos habían dicho que los chicos que estaban en la guardería desde el año pasado posiblemente quedaran, pero los nuevos no tendrían lugar.
- Roxana: También se dijo que iban a aceptar chicos de cinco años para arriba. Así que ahí dije "no puedo venir más". Y justo en el último año que me quedaba
- Máximo: El tema es que si llegan a cerrar las guarderías somos muchos los que tendremos que dejar de estudiar.
- Karina: A mí me parece un proyecto importante y de mucha utilidad como para que se cierre. Nosotros ya estamos para terminar. Pero hay muchos adultos que quieren estudiar para mejorar su forma de vida y no pueden.
- Entonces, lo ideal sería que se mantengan estos y se abran más.
- Máximo: Claro, sin esta posibilidad mucha gente no estudiaría y nadie se entera.
- Verónica: Yo lo que veo como mamá es que le estamos transmitiendo a nuestros hijos lo importante de tener el secundario. De chiquitos van mamando que hay que estudiar. Tenemos que terminar el secundario. Y les queda grabado de ver el sacrificio que hacen su papá y su mamá.
- Viviana: Y el que hacen ellos también.


(((recuadrito uno)))

Cuentan su experiencia:
-Roxana Márquez. Cursa tercer año. Tiene una hija de 2 años.
-Karina Laham. Tercer año. Dos hijos de 7 y 9.
-Máximo Carriqueo y Evangelina Moreno. Ambos en segundo año. Padres de dos nenes de 2 y 4 años.
-Viviana Figueroa. Primer año. Dos hijos de 1 y 5.
-Verónica Felley. Primer año. Tres hijos de 4, 5 y 11 años.


(((recuadro dos)))

UN PLAN QUE SE CAE

Aunque suene extraño que a nadie se le haya ocurrido antes, las guarderías vespertinas son una originalidad de Bariloche. Nacieron hace ocho años, cuando el programa municipal de centros infantiles diurnos atendidos por madres cuidadoras se extendió también a las escuelas nocturnas.
Pero con el correr del tiempo el proyecto empezó a ir para atrás. No porque resultara innecesario, sino más bien porque quedó atrapado en las miserias de la lógicas presupuestaria y los enconos políticos. Este año se iban a cerrar , pero ante el reclamo surgido de los mismos CENS, el municipio aceptó darles aire un tiempito más.
Si en algún momento las guarderías de noche echaron a andar fue porque alguien con responsabilidad de gobierno se animó a poner en entredicho el axioma aquel de “no estudia el que no quiere”.
El concepto de que la escuela nocturna le resuelve el problema al adulto trabajador quedó entonces como una simplificación absurda y trajo a consideración otro problema bien doméstico: el de quien se ve impedido de estudiar porque no tiene dónde dejar a sus hijos.
Las escuelas de adultos con guardería llegaron a ser no menos de ocho y hoy quedan sólo dos: el CENS 9 y el Centro Educativo de Trabajadores. También las escuelas Aitué y Jaime de Nevares, de la Fundación Gente Nueva, tienen las suyas, pero ya no saben cómo sostenerlas porque este año perdieron el apoyo oficial para pagar los sueldos de las madres.
Lo que nació como un ejemplo de sensibilidad hoy parece amenazado de muerte.
El municipio avanzó y ahora se retira, dejando la necesidad desatendida. El gobierno provincial (responsable directo del servicio educativo) mira para otro lado y no ve a las guarderías nocturnas como un derecho.
Mientras tanto, los que pierden son siempre los mismos.













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