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Calcagno, su esposa, y los muertos que esperan

Calcagno, su esposa, y los muertos que esperan





A pesar de que nuestros funcionarios usan la estrategia de Rusia en la Segunda Guerra mundial, en la que dejó hacer a los alemanes hasta que llegara el invierno, ya que está visto, el frio es el disciplinador social más importante de nuestra ciudad, la manifestación de este 17 que pasó, el de Mayo de 2012, a 23 meses de los asesinatos, tal vez sea vista en el futuro como la que, siendo una de las menos concurridas, pueda determinarse como de las más significativas; y esto es porque cambió el eje en la forma del reclamo, simplemente reuniéndose los familiares de los chicos asesinados por la policía y algunos pocos militantes sociales de la Multisectorial, en el domicilio del Juez Calcagno en el barrio La Cascada, y no como hasta ahora en el terreno neutral del centro de la ciudad o en los tribunales.

Por la mañana en el edificio de los tribunales, el Juez increpó violentamente al abogado Rubén Marigo, patrocinante de los familiares y miembro de la APDH, reclamándole que “el iba a ser responsable por la integridad física de su familia”, el primer error grosero de Calcagno fue pensar que la Multisectorial funciona como un grupo de choque de Marigo, la trayectoria y coherencia de los militantes que la componen deja al juez en el terreno de la ignorancia o del irrespeto, el segundo error es también, por ignorancia o irrespeto, presuponer que los familiares de los asesinados son una horda criminal que podría destruir su casa y su familia; mayoritariamente mujeres sufrientes, algunos chicos y esos raros personajes, solo sostenidos por sus ideas, que prefieren caminar periódicamente con algunos grados bajos cero para acompañar un reclamo que no es el propio, a estar viendo el partido en sus casas y con una cerveza, fueron los componentes de ese aluvión zoológico que con respeto caminó las calles del barrio, pegó volantes en los postes y se detuvo frente a la casa del señor juez para leer un comunicado.
La esposa de Calcagno salió indignada esta tarde a defender a su marido, pero su carta que sostiene el ¿por qué se le exige resultados a Calcagno cuándo hace tan poco tiempo tiene la causa? y por elevación acusa a Marigo nuevamente (el “nuevamente" es porque es difícil creer que Calcagno no haya participado en la redacción de la carta) de perseguir fines personales y engañar a los familiares, tiene mucho olor a bronca por la nueva práctica de marchar por las calles del barrio en donde la familia Calcagno es una más, se mueve dentro de sus iguales, con la seguridad que eso da, hay entonces una invasión de otro territorio en el reclamo, se corrieron los límites, es un nuevo marco, el del barrio con sus vecinos, el de la familia con su casa, sus hijos, su esposa, esta nueva situación es la que hace más ruido y genera miedo en los protagonistas que hasta ahora actuaban sin ningún riesgo de que su vida cotidiana se vieran modificada.

Los personajes públicos, y mucho más los jueces, están acostumbrados a definir cuestiones que modifican la vida de las personas, que las afectan en su cotidianeidad, muchas veces en lo más íntimo, pero siempre es el territorio del otro el que es atravesado por sus acciónes.

El resultado de llamar a indagatoria o no a los sospechados de los asesinatos y a sus responsables políticos, puede producir indignación, llanto, bronca, impotencia, y más dolor, por ejemplo en la madre de Nicolás Carrasco, pero hasta ahora era un trámite más, o mejor dicho un trámite menos, para Calcagno y su familia. Hoy eso cambió.

El hijo adolescente de Calcagno salió después de media hora a preguntar que querían esas personas extrañas al barrio que pegaban cuidadosamente volantes en las maderas de la vereda y leían un comunicado, “el juez no trabaja acá, vayan a verlo a tribunales” repitió algunas veces el argumento que probablemente le dio su padre. Pudo comprobar con sus propios ojos que esa gente extraña no era violenta, es más, hasta parecían parecidos a él, tal vez esa sea la parte más difícil, esa imagen de gente común que probablemente haga que mañana le pregunte a su padre durante el desayuno “¿por qué no hay indagados y detenidos por los asesinatos?”, su padre seguramente le contestará que la causa “recién le llegó”, que él es joven y no entiende como son las cosas, pero podría pasar también que el hijo razone el universo que lo rodea y se anime a repreguntarle que “¿cómo sostiene él, como “Señor Juez” formar parte de un sistema judicial tan corrupto e ineficaz que no pudo en tanto tiempo ni llamar a indagatoria a los sospechados, como puede seguir cobrando ese super sueldo, privilegiado de no pagar impuestos, sin justificarlo con un trabajo contundente a favor de la justicia, como no sale mañana a la mañana la citación a todos los sospechosos”, o peor aun, "¿la causa hubiera evolucionado de la misma forma si los muertos eran pibes de un colegio privado de los kilometros?". Todo esto podría pasar, muy probablemente no suceda, pero podría pasar, y solo porque este 17 el lugar del reclamo fue en la vereda de la casa del señor juez. Si aceptamos que un gran porcentaje de nuestra sociedad viva en riesgo, ¿no sería justo que aceptemos todos estar en riesgo?
Pero lo que seguramente hará que muchos “incluidos” critiquen esta forma de reclamo es que puede generalizarse, podría Goye tener un acampe de estudiantes frente a su casa o Daniel García de la Cámara de Turismo un escrache de emprendedores de Bariloche para que la distribución de las inversiones de la ciudad sea más equitativa y no se la lleven casi toda, y como pasó siempre, los empresarios, mientras hay chicos comiendo del basurero, etc, etc, todo puede pasar si el pueblo toma conciencia. “dos mil ingleses no pueden manejar a veinte millones de indios” dijo un día Gandhi y los ingleses se tuvieron que ir.

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