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El increíble hallazgo de un dinosaurio oculto en la meseta

 Era el último día de la expedición en el corazón de la meseta patagónica. La búsqueda no había sido tan fructífera y el grupo tenía que regresar a Bariloche. Pero Julián Corsolini resolvió hacer una inspección última antes de que levantaran el campamento. No quiso ir solo. Por eso, desafío a su padre, Rodolfo, para que lo acompañara hasta unas bardas distantes, ubicadas en el sector de cerro Mesa, en el paraje Bajo de Los Menucos, distante a unos 550 kilómetros de esta ciudad. Caminaron durante unas dos horas porque ese lugar no es apto para vehículos. Apenas una huella.

Agotados y con hambre resolvieron descansar. Se sentaron para contemplar el horizonte. Comieron unos sándwiches y una manzana. Julián clavó un cuchillo sobre la tierra y hubo un ruido extraño, que activó esa curiosidad que alimentó desde pequeño. Comenzó con su padre a remover la tierra y frente a sus ojos surgió algo increíble: encontraron dos vértebras de un dinosaurio. Fue el primer paso. Después, hallaron decenas de fósiles que permitieron a Julián iniciar una investigación que, año después, determinó la existencia de una nueva especie de hadrosaurio.

“Era nuestro primer hallazgo de dinosaurio en serio”, recordó Rodolfo, y una sonrisa se dibujó espontáneamente en su rostro. Recordó que las pulsaciones aumentaron y la pasión venció al cansancio.

Casi completo

Juntos removieron con sumo cuidado la tierra y emergieron varios fósiles. Nunca imaginaron que estaban ante el hallazgo de un hadrosaurio casi completo.

Era 19 de octubre de 2007. Allí, comenzó un arduo trabajo para recuperar los huesos, trasladarlos hasta Bariloche y avanzar con una investigación para identificar la especie encontrada.

Después de varios años, de miles de horas de trabajo paciente y minucioso, Julián pudo reconstruir el hadrosaurio y avanzar con una investigación, que fue la piedra angular de su tesis, que le permitió recibirse de palentólogo en la Universidad Nacional del Comahue.

Diez años después del hallazgo, el esqueleto del dinosaurio descansa sobre una mesa de un pequeño laboratorio del Museo del Lago Gutiérrez “Doctor Rosendo Pascual” de Geología y Palentología, en Villa Los Coihues, Bariloche. El museo es un emprendimiento de la familia Corsolini que nació en 1995.

Los dos fémur del dinosaurio apoyados sobre una pared, indican la enorme fuerza que posiblemente tuvo en sus patas traseras y que le permitió correr y escapar de sus depredadores o tal vez nadar en los mares, que hace millones de años cubrían gran parte de la Patagonia.

Julián dedicó dos años en reconstruir sólo el cráneo del hadrosaurio. Es la joya más valiosa. Mide 73 centímetros y es la llave que abrió una nueva hipótesis que sustentó la tesis.

“Para saber si es una especie existente se hace una comparación con todos los hadrosaurios hallados en el mundo y de la familia”, explicó el paleontólogo.

Método

Indicó que hay cientos de especies. “Se toman medidas, se hace una matriz matemática con más de ciento cincuenta caracteres y después se compara matemáticamente a todos los animales y eso nos permite saber si es una especie nueva”, explicó.

Julián dijo que hizo la tesis con otros colegas. “Mi conclusión es que el cráneo no coincide con los tres géneros y especies que están en Sudamérica, porque tiene características especiales”, señaló Julián.

Y advirtió la formación distinta del hueso frontal y cómo se interpone entre otros dos huesos del cráneo. “Eso no pasa en los otros dinosaurios de la misma familia de Sudamérica”, comentó. “El proceso coronides es diferente a los géneros que descubiertos en Patagonia”, puntualizó.

Para su investigación, Julián tiene el apoyo y respaldo del paleontólogo argentino Rodolfo Coria, que además fue su director de tesis, y de su colega española Penélope Cruzado Caballero. Hace pocas semanas, algunos de los fósiles fueron sometidos a una neutrografía, en el Centro Atómico Bariloche.

Julián explicó que publicar el hallazgo en una revista científica o especializada no es sencillo por todo el trabajo que demanda. Aunque tiene la expectativa de poder hacerlo el año que viene. Pero es el proceso que transitan casi todos los descubrimientos en la paleontología.

“Este dinosaurio tiene entre el 70 y 75 por ciento de hallado”, destacó Julián. “Es el hadrosaurio más completo de Sudamérica”, afirmó. “Y es la primera reconstrucción que se hace casi con un ochenta por ciento de exactitud de lo que es el cráneo”, puntualizó.

El increíble hallazgo de un dinosaurio oculto en la meseta patagónica

El hallazgo casual que permitió determinar la existencia de una nueva especie de hadrosaurio

“Estos animales vinieron de lo que es Norteamérica hace 75 ó 76 millones de años. Podían nadar entre islas cercanas”.
Julián Corsolini, paleontólogo y dueño del Museo Rosendo Pascual
“Para saber si es una especie existente se hace una comparación con todos los hadrosaurios hallados”
Julián Corsolini, paleontólogo y dueño del Museo Rosendo Pascual
Las cuatro claves
Julián y su padre Rodolfo Corsolini comparten desde hace varios años la misma pasión por la paleontología y la geología. La historia de la evolución de las especies es un tema frecuente desde que Julián era un niño y la búsqueda de piedras y fósiles forma parte de su ADN.
El hadrosaurio que descubrieron aquella tarde de octubre de 2007 en ese rincón del enorme Patagonia era como que los estaba esperando. No todos los paleontólogos tienen esa fortuna.
“Para poder encontrar este tipo de cosas hay que tener conocimiento, experiencia, perseverancia y suerte”, explicó Julián.
Números
7-8
metros de largo tenía este dinosaurio y se alzaba 3 metros de alto. Se paraba en dos patas para correr
74
millones de años atrás, este hadrosaurio habitó la tierra. Perteneció al Cretácico Superior.
Cómo es este hervíboro gigante
El hadrosaurio que los Corsolini hallaron tenía aproximadamente entre 7 y 8 metros de largo y casi 3 metros de altura.

“Se podía parar en dos patas y podían correr. Hoy no hay ningún animal parecido”, aseguró Julián.

Afirmó que vivió estimativamente hace unos 74 millones de años y perteneció al Cretácico Superior.

Describió que las patas traseras eran más largas y fuertes que las delanteras. Era herbívoro y del grupo de los rumiantes.

Indicó que los fósiles hallados agregan información migratoria.

“Estos animales vinieron de lo que es Norteamérica y empiezan a migrar hace 75 ó 76 millones de años”, afirmó el palentólogo.

“Estos animales podían nadar entre islas, que estaban ubicadas a corta distancia”, sostuvo.

Y aseguró que sólo en la Patagonia hay registros de estas especies y se descubrieron huellas en Bolivia.

Junto con su padre, Rodolfo, indicó que se trata de un hadrosaurio muy adulto.

Consignaron que eso se refleja en las marcas longitudinales que presenta por ejemplo el hueso isquion que forma parte de la cadera.

Explicó que la cadera está formada por tres pares de huesos (isquion, ilion y pubis) de uno y otro lado. “En los reptiles están articulados esos huesos, no fusionados como en las personas, con la columna vertebral.

El largoproceso tras
el descubrimiento
Julián Corsolini explicó que tardaron varios años sólo en retirar los huesos en cerro Mesa. Hubo que hacer una excavación en el terreno de hasta dos metros de profundidad y dividirla en cuadrícula para preservar los huesos.
Después, trasladaron los huesos hasta el laboratorio del Museo, lo que demandó por lo menos diez viajes. En el laboratorio empezó la tarea de limpieza. Retirar la arcilla que se adhirió a los fósiles demandó un tiempo extenso. Se requiere de mucho cuidado para no dañar los huesos.
Todo se hizo manualmente y no usaron agentes químicos. Luego, clasificaron los huesos y para la reconstrucción hubo que pegar varios pedazos.


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